La Pájara Pinta –pionera, irreverente, por momentos brillante.
No comenzó como una revista política ni mucho menos revolucionaria. Fue fundada por el ensayista Ítalo López Vallecillos y el novelista Manlio Argueta, con el fin de enriquecer el nivel cultural del país y difundir textos de figuras literarias mundiales que eran poco conocidas en El Salvador, como Samuel Becket, Allen Ginsberg y Julio Cortázar. El nombre, que venía de un cántico infantil, además de transmitir el rechazo a la pomposidad hacía honor al hecho de que la revista estaba impresa a colores. También sugería vuelo, un toque intencional, ya que se enviaba al exterior como vehículo de difusión de escritores salvadoreños. El primer número, publicado en enero de 1966, incluía una traducción del “Manifiesto Poético” de Dylan Thomas, un cuento de Mario Vargas Llosa y unos poemas del salvadoreño José Roberto Cea.
La Pájara Pinta tuvo además un papel importante en el desarrollo de una conciencia sobre los acontecimientos de 1932. En la revista se publicaron algunos de los primeros ensayos, cuentos y poemas que rompieron con el silencio que aún reinaba sobre la brutal represión que había librado la dictadura de Martínez al levantamiento campesino.
El tiraje nunca superó los mil ejemplares. Se distribuyó en forma gratuita en los quioscos de revistas y librerías de San Salvador. A muchos lectores les atrajo, seguramente, la imagen a la moda de los años sesenta –con colores sicodélicos y diseños que recordaban los álbumes de los Beatles– que le dio el pintor Carlos Cañas, principal ilustrador de la revista.
A lo largo de sus siete años de existencia, pasó de ser una apacible revista literaria a una publicación que desafiaba de manera frontal el orden conservador que reinaba en El Salvador. Los editores y colaboradores incluyeron a jóvenes de izquierda que pronto integrarían las filas de los grupos guerrilleros, como Salvador Silis, José María Cuéllar y Eduardo Sancho. Este último fue uno de los fundadores del Ejército Revolucionario del Pueblo y, posteriormente, firmante de los Acuerdos de Paz de 1992.