En 1860 Emeterio Ruano, un hombre muy pero muy ambicioso que era dueño de la hacienda Zapotitán, hizo un pacto con el diablo para hacerse rico; dicho pacto se realizó en una misteriosa piedra, en la que cada vez que recibía algo por el acuerdo con lucifer, viajaba a la piedra para recogerlo. Esta misteriosa piedra mide 10 metros de ancho por 13 de largo, y en la cúspide tiene varios agujeros, dos de ellos con una circunferencia perfecta, donde se presume encontraba el oro o dinero que acordaba con el diablo.
En la peña está grabada la figura de una serpiente y un zapato que le pertenecía a Ruano. La leyenda es tan importante que la gente pidió que el cantón se llamara Cerro de Plata, por la plata que allí encontraba don Emeterio Ruano. Cuentan también que en esta hacienda aparecían cercos de piedra que eran elaborados de la noche a la mañana y que estos cercos que también eran parte del pacto, eran tan finos que ni siquiera los animales podían pasar en el Valle de Zapotitán.